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Mostrando las entradas de septiembre, 2005

El duque de Roca Negras contado por Aquiles Nazoa.

Les pongo aquí algo sobre el duque, escrito por Aquiles Nazoa en Caracas física y espiritual . "Criatura insólita de la fantasía y del humorismo de la ciudad, en el esplendor físico de aquella figura y en la atmósfera de leyenda que respiraba su fascinante personalidad, conoció la Caracas de los 20 al que fue su personaje más típico por más de diez años, y al mismo tiempo una estampa humana mitad broma mitad poesía, parte locura y parte ensueño, que reunía en sí la elegancia de un Brummel, las extravagancias modísticas y mundanismo refinado de un Oscar Wilde, el misterioso deslumbramiento de un nuevo Conde de Montecristo, y la poesía conmovedora de aquel señor de Bougrelón que en la conocida novela de Jean Lorrain, pasea su inocente megalomanía y su soliloquio delirante, por las solitarias salas de los museos de Holanda. Era natural de La Guaira donde en su juventud había figurado entre los recios caleteros que acarreaban sacos de café a los barcos. Su vida de aventuras comienza a

¡Nuevas fotos de Joaco!

Memorias del duque de Roca Negras.

Amigos, el duque de Rocanegras y Príncipe de Austrasia fue un venezolano excéntrico que vivió a mediados del siglo veinte, durante los tiempos del General Gómez en aquella Caracas provinciana con decadentes aires parisinos que le dejara Guzmán Blanco. El duque, de nombre Vito Modesto Franklin, decía ser descendiente de Venus (la diosa, claro), y que era poseedor de una línea matemática de la elegancia que empezaba por su hermosísimo ombligo. Nunca sabremos si hablaba en serio o no, si fue un gran mamador de gallo o un loco exquisito. Eso sí, tuvo la amistad de los grandes humoristas de aquel entonces, entre los que se encuentran Job Pim y Leoncio Martínez. Por supuesto, alguien con tal ego (real o ficticio), tuvo a bien escribir sus memorias. Yo las copié, a mano, del único ejemplar que se encuentra en la sala de Libros Raros en la Biblioteca Nacional. Como no soy mala gente, deseo compartirlas con ustedes. Se las paso. Las voy a ir transcribiendo poco a poco, junto con una que otra in

El sol cambia de casa.

Amigos, estos son algunos textos de un libro de poemas y cuentos escritos por niños, recopilados por la poeta Edda Armas en 1979, época en que estuvo dando talleres de literatura para niños en distintos barrios de la ciudad de Caracas y alrededores. La poesía de estos textos es muy particular (olvidense del surrealismo, del Dadaismo y de todo lo demás), y muchos de ellos muestran el mundo sicológico en que estos niños estaban inmersos. Cabe destacar, que hace 20 años los barrios de nuestra ciudad no eran ni la mitad de violentos de lo que son hoy día. Jorge que no sabía lo que era un eco un día se divertía en la pradera inventándolo. Yamilet (10 años) El carro le pisó las patas al papá, el niño se puso a llorar por el papá y la mamá se puso a llorar por el hijo que estaba muy triste. Después el carro chocó con la manzana y la manzana se rompió. Yesabe (4 años) Una vez Mariela se compró una muñeca ke llora y la mamá se puso furiosa. Gustavo (7 años) La escuela es un lugar desierto detrá

Regresiones.

Hace tiempo miraba un programa de televisión, de esos que llaman talk sh ow (placer culposo, lo siento), donde la gente hablaba sobre sus vidas pasadas. Sin mayor asombro pude comprobar una vez más los tópicos, los clichés de las personas que dicen conocer sus existencias anteriores. Una de las mujeres que allí se encontraba aseguró que había sido la reina Nefertiti, un hombre dijo que había sido prostituta en Francia durante la Edad Media, y una chica que había sido esclavo en la Grecia de Perícles. Me aburrió la falta de originalidad, y quizás, principalmente, la falta de cultura que alegremente se exhibía en dicho show. Porque la verdad es que siempre escucho las mismas historias de “regresiones”. Nadie, pero nadie pasa de Egipto, Roma, Grecia, la Edad Media, y el que más hace alarde de imaginación, se ubica en la improbable Atlándida, pero de ahí no pasan. Nadie ha sido un truchimán en el Egipto que vio llegar a Napoleón y su ejército en 1798. Nadie un simple vendedor de frutas en